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Archive for the ‘El fondo del mar’ Category

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mar ajeno de la furia de moscas y de aviones / 
como un perro veloz que corre por mis venas / 
y ladra y ladra y ladra de entusiasmo. 
(canto al fondo de mar, no recuerdo el autor)

nunca te lo he dicho, pero dejé de verme como una niña en día que te conocí. yo vivía en la casa de cristal que Storni imaginó en el fondo del mar, protegida por la transparencia frágil de cualquier cosa. me tomaste en tu abrazo y sentenciaste: “prometo tocarte con suavidad: de aquí en adelante, cada humedad te hará invocar mi sombra. pero no te preocupes, en el futuro, quien te mire siempre lo hará por vez primera”.

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por Raúl Bravo Aduna

A Erino, el más feo de mis amigos

La República de las Maldivas está en peligro de extinción. Un batallón —lo que viene siendo un batallón BIEN, no así como equis— se prepara para usurpar, tras invadir, las tierras maldivas. Ejercitazo capacitado para arrasar con cuanto maldivo se encuentre en su camino, lleva algunos años (décadas, incluso) fraguando tan taimada estrategia que preocupa a la población del famosísimo archipiélago del Océano índico. El mar, cabrón cuanto antidemocrático, está a punto de destruir las Maldivas, coadyuvado por la milicia elite denominada “Efecto invernadero”(también antidemocrática, por supuesto, pero capaz de intrometerse hasta en los entresijos más remotos del planeta); obviamente, sin una declaración previa de guerra, acompañada por algún tratado eficientísimo firmado en los Iuenjedcoárters, de Niuyor.

Así las cosas, el primer ministro maldivo, Mohammed Nasheed, decidió hacer una protesta en contra de tan injustificada invasión, en territorio enemigo. Después de tomar una serie de cursos de buceo, nado sincronizado y chapoteo kantiano-parlamentario, él y 14 ministros de su gabinete se sumergieron veinte pies bajo del mar, el pasado 17 de octubre, para llevar a cabo una reunión político-diplomática. En ella, se manifestaron ante el mundo para pedirles, con la conocida técnica porfis-porfis, que dejen de emitir elementos para el “Efecto invernadero” que, básicamente, se los está enclutchando. La naturaleza, así como el mar, es cabrona, pero los maldivos tienen esperanza de que entienda con razones y procedimientos diplomáticos.

En vista de tales acontecimientos, el gobierno mexicano decidió no quedarse atrás.  El presidente chaparrito ha reunido a su gabinetazo para ver la posibilidad de replicar la técnica maldiva del porfis-porfis. El regimiento natural denominado “Huracán Rick” ya casi tiene subyugados a los estados de Baja California Sur, Sonora y Colima (bastante feos y prescindibles); sin embargo, el gobierno no había mostrado interés por contrarrestar la invasión hasta que Acaponeta, Nayarit («Lugar junto al río donde crece el frijol enredado en la caña de carrizo») se vio en peligro de ser penetrado. Así pues, el gabinete está tomando clases intensivas de buceo, nado sincronizado y diplomacia sindicalisto-revolucionaria, para poder llevar a cabo lo propio.

No obstante, aún no se encuentra un traje de buzo lo suficientemente holgado para lo que viene siendo el C. Secretario de Hacienda, Agustín Carstens. Además, existe el temor de que una vez que descienda a las profundidades del océano, no sea posible rescatarlo. Chín.

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mermaid

 

El sueño del mar tiene un significado espiritual para mí. Descender al mar provocador, con telegrama de invitación a, ¿cómo se llama el nuevo huésped que también era poeta?, es recurrir hacia la puesta del sol, que abre la entrada a un aspecto sospechoso de mí misma, concebida en mi memoria hace siglos. En cuanto la película comienza a ir hacia atrás, el adversario ciego y un papel en blanco lidian con su tinta virgen. Corro al primer y único encuentro de mi insolencia antigua: “te mandan a la muerte”; y ahí en breve, descubro por fin, el inocente rostro y la fuente de cristal. “Morí ahí, nací ahí”.

Ese parte-aguas de mi vida corresponde a una imagen borrosa, en la que no se puede leer ningún pensamiento. Cuando quise suicidarme por segunda vez, tenía yo veinte años. Eran mis ojos color de espuma, agitados por las turbulencias de la vida y agotados por las ilusiones del amor. La memoria acumulada en un montón de chatarra, mi aspecto de llover: “ser arrojado a un montón de mierda por el mundo”, me dio esa ilusión de llegar a ser por fin inmortal. Digo chatarra, porque no recuerdo más que un espacio en blanco de mi vida. Alguien me sacó de las profundidades mientras yo sentía el agua en la garganta. No recuerdo nada. Mi intento fallido “suicida” aconteció en un lugar público. Supongo que intentaba llamar más la atención o descender a la muerte unos segundos.

 Un ángel, una caída a la puerta de un jardín de rosas: la gracia Eterna me dirigió a la zona perdida y recogió el lazo perdido; todo tenía su nombre aquella vez. Cuántas cosas viví y no recuerdo. El alcohol es un somnífero implacable. Se confunde la realidad y el sueño; el aura de un cementerio; el dibujo desvergonzado de mí misma frente al mundo. Pero adquirí, como la calidad de un dibujo contrapuesto, el arte obsesionado de una influencia nueva; salí, removí de ahí mismo la piedra, borré con rapidez el hambriento amor; pinté otra vez con el recuerdo, cuadro por cuadro; proclamé mi poesía. Tres meses después empecé a escribir.

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alizee

Por K

Todo sucedió el penúltimo día de  mi estancia en Playa. La francesa se había marchado y mis amigos fumaban verde. No encontré a la danesa de la noche anterior. Playa es más bien para tirarse en la arena y dejar pasar los días, para tomar el sol, cerveza y olvidarse. La necedad en Playa es meterse al mar a la par de los europeos, nadar a la par de los medallistas mexicanos, es decir, nadar 2.5 minutos y pararse a tomar aire, mucho aire.

Así fue como paré al minuto treinta y sentí que algo me tiraba del tobillo. Juro por los cojones más sagrados en tierra firme que sentí morir. Contuve la respiración y cerré los ojos. No soy hombre de creencias pero recuerdo que pensé en algún dios y le dediqué la tan común frase en esos momentos aciagos: hijo de la chingada. Cuando estaba a punto de abrir la boca y dejar que los pulmones se me llenaran de agua y sin esperanza alguna de que Yasmine Bleeth vestida de rojo me salvara, sentí un par de labios, que adivine rojos, sobre los míos.

Respiré sorpresivamente. Una cabellera que adiviné roja, seguramente estoy muerto y en el infierno pensé puesto que todo lo adivinaba rojo, me tocó la cara. Abrí los ojos sólo para ver que la francesa no se había marchado del todo. Me tomó de la mano y descendimos. No sé qué tan abajo, no sé si al fondo del mar, pero me encontré a la mitad de una especie de juego football. Alcancé a vislumbrar algunos tritones y sirenas. Ella, la francesa, me dijo sin decirme nada algo que no puedo recordar y me señaló a lo que adiviné un tritón. Sujeto de cabello rubio y con un balón en las manos. El tipo me pareció más bien afeminado. Se me acercó nadando con prisa, estaba en el infierno.

El tipo en cuestión empezó a hablar en acento peruano y a decirme que conocía a todos los presidentes del mundo. Ella no dejaba de tomarme la mano. El tritón cantó una porra entre burbujas y se puso a cantar Granada, luego comenzó a bailar una coreografía pop: en ese momento decidí abrir la boca y terminar con todo, con el tritón, la sirena francesa y mi viaje a lugares baudelarianos.

Unos labios estaban sobre los míos. Dejaste de respirar pendejo, me dijo el chino, suerte que esta chica estaba cerca. Así yo también me muero, me dijo Carlitos. Abrí los ojos para descubrir una cabellera negra que hacía juego con el mismo azabache de unos ojos bien abiertos que acompañaban unos labios rosados. El fondo del mar cerró un par de horas después. Insistieron en que fuera al médico. Me negué todas las veces.Un amigo se puso a escribir un cadáver exquisito y pocos participaron en el experimento. Nos fuimos al día siguiente.

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Es probable que usted haya realizado este ejercicio con anterioridad. No es tan atípico. En clase de química, en la preparatoria, alguien sacaba una hoja, escribía una línea, tal vez dos, y la pasaba al de enfrente. Éste apuntaba algo más y turnaba el pedazo de papel a la compañera subsecuente. Así, hasta llegar al otro extremo del aula. Finalmente, era leído sin mayor afán que el de matar el tiempo restante. Los resultados: un texto dadá, un cuento parchado, un poema conceptual, una lista de asistencia, un manifiesto. Una torre de Babel de tinta.
La dinámica del experimento es, por lo tanto, sencilla. Iniciaré con una provocación. Usted, amable lector soluble, en comentarios (abajo, al final del presente texto), podrá proseguir la historia. Cada comentario deberá tratar de dar continuidad a los anteriores. El objetivo es construir algo, no importa qué. El límite temporal son las 24 horas de este amigable lunes 19 de octubre. El tema de la semana, el fondo del mar, es el leitmotiv recomendado. A las 23:59:59 (quizá un poco antes) me tomaré la libertad de colocar, palabras más, palabras menos: «FIN» (aunque cabe siempre la posibilidad de un post scríptum por parte de algún despistado). Es preciso aclarar que a lo largo del día continuaré con las provocaciones (igual, en comentarios, bajo el nombre de cafenpolvo).

jellyfish

La Fosa de las Marianas es el verdadero fondo del mar. Y no sé por qué, amanecí con la certeza de que había olvidado algo allí…

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