Por K
La primera vez que Sebastián Ibargüengoitia dedico una canción fue en el kiosco de San Miguel de los Tomatillos. No es que fuera de la región. Sebastián Ibargüengoitia era de la Ciudad de México y coincidió, aquella vez, que lo invitaran especialmente a la fiesta más importante de San Miguel.
¿Por qué Sebastián Ibargüengoitia nunca había dedicado una canción? Durante sus treinta años de vida fue enemigo de las cursilerías, enemigo del 14 de febrero, enemigo de agarrarse la mano y caminar por la calle. Sebastián Ibargüengoitia, hombre recio, creía en el amor al más puro estilo de las dunas. Creía que vivir en casas separadas era la mejor opción para las parejas actuales. Todo esto creía, hasta que fue invitado a San Miguel de los Tomatillos y conoció, realmente conoció, el más puro estilo del pasito duranguense. También conoció a Fernanda, la hija del Presidente Municipal, quien le despertó el más puro de los sentimientos: el deseo sexual.
Sebastián Ibargüengoitia tuvo una erección al conocer a Fernanda y ahí comenzaron las dedicatorias. Le dedicaba la paja matutina, la vespertina y la nocturna. Irremediablemente se comenzó a enamorar de ella. Los primeros tres días la buscaba en cualquier oportunidad, en medio de los habanos de la tarde, entre el mole y el arroz y el agua de horchata. Fernanda se daba a querer. Más de una vez se deshizo en los brazos de Sebastián Ibargüengoitia y cuando estaban a punto, algo sucedía y el momento se terminaba. Hasta que llegó la fiesta de San Miguel de los Tomatillos.
Esa tarde la banda soltó las primeras canciones. Sebastián Ibargüengoitia se acercó a Fernanda y con sus labios en el oído: Te la dedico chaparrita, y le dio un beso. Se fueron a un arbolito cercano y despojándose de la ropa importante fornicaron. Sebastián Ibargüengoitia estaba feliz y enamorado. Fernanda en medio de la lluvia salada se dejaba morder. El presidente municipal se enteró unas horas después: su hija se casaba.
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