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Archive for 26 de octubre de 2009

Dentro del marco de los festejos del bicentenario y como estrategia para lograr pasar sus reformas estructurales, el gobierno federal se ha lanzado a la ofensiva en una campaña de terror de Estado. Las fechas no podrían ser mejores: poco antes del jalogüín y justo mientras se discute el paquete fiscal del año entrante. La maniobra se viene planeando desde hace algunos meses. En Los Pinos se han dado cita científicos de la más alta talla, encuestólogos, cineastas especializados en el género negro, guionistas de telenovelas y, por supuesto, políticos de todos los colores y sabores.

El problema fundamental radica en que los mexicanos se han vuelto incrédulos y ariscos. La población ha desarrollado una resistencia al miedo debido a los decapitados y encajuelados (culpa del narco y de guerritas que se desatan contra el mismo), a la continua exposición a películas sangrientas y al haber vivido desde 1976 en crisis, entre otras calamidades. La epidemia de influenza AHLNL (infinitamente más peligrosa que la AH1N1) fue para probar los niveles de pánico. No obstante, en esta ocasión la cosa viene más planeada, más articulada que el mismísimo diputado Fernández Noroña en sus recientes intervenciones en la cámara. El repertorio es amplio:

Imagínese que está durmiendo. Así, como soñando con la muy pudorosa Ninel Conde o la tan recatada Niurka. Su cuarto está, evidentemente, oscuro. Entonces siente, al principio en el sueño, después en la duermevela, finalmente consciente, que le jalan las patas. Se tapa completamente, creyendo ingenuamente que se trata de una pesadilla. Pero el jaloneo prosigue. Tímidamente se desembaraza de cobijas y voltea hacia sus pies. Ahí está, pequeño y maquiavélico, como escondiendo algo, Calderón. Le sonríe, como si lo tratara de convencer de unos impuestos para acabar con la pobreza. Verdadero terror de Estado.

Otra técnica es la de readaptar a circunstancias actuales prácticas recurrentes, como aquella en la que a uno “se le sube el muertito”. En esta ocasión no será “el muertito” sino el esbelto secretario de Hacienda, vestido de calaca, el que se le encimará. Espantoso.

Calavera Carstens

Distinguidos químicos y físicos internacionales han desarrollado una crema que, de aplicarse antes de dormir, provoca que al despertar el usuario amanezca con las facciones de la mismísima Elba Esther, cirugías incluidas. El shock no es sólo el de verse al espejo y observar una arpía, sino caer en la cuenta de que no le ha sido otorgado, en compensación, el sindicato más poderoso de América Latina y un pequeño partido político. Una versión alternativa del ungüento, igualmente útil, es la que transforma en Beatriz Paredes (el PRI se vende por separado).

Si nada de ello le espanta, aún quedan alternativas. Una de ellas es que el secretario de Trabajo invite a su gran amigo, Esparza, y a todos sus colegas del SME, a desayunar a su casa (no la casa del secretario, sino a la suya, amable lector). Usted despierta. Mientras prepara unas deliciosas quesadillas llega el primer sindicalista. Lo deja pasar y le ofrece cereal. Llegan dos más. Ofrece jugo y saca galletas. Entonces empiezan a llegar de a diez, de a cuarenta. Decide que no habrá comida y bebida que alcancen. Les explica que perdón, que no hay más, que otro día. Ellos exigirán sus derechos. Fueron invitados al desayuno. Por ende comienzan a gritar que ahí se ve la fuerza del SME, exclaman improperios y le otorgan el adjetivo de “fascista”. Y no habrá manera de hacerlos entender. Peor que pamba con picahielos.

Quedan otras, como que se acabe el petróleo, que estalle la revolución como cada cien años, que el 90% de los municipios se declare en bancarrota y que usted deba llevar su basura al relleno sanitario, que el desempleo aumente, que la educación empeore o, en fin, que este país se declare inviable. Pero no se preocupe demasiado, les arruinaría la sorpresa.

Catrina mexicana

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